Seleccionar los recuerdos es una de las tareas más dispendiosas -afectivamente hablando- y es que como diría el escritor Roger Martin du Gard: “La vida sería imposible si todo se recordase. El secreto está en saber elegir lo que debe olvidarse”; por ello, ante la multiplicidad de los hilos con los que diariamente se teje el destino no solamente se debe escoger el hilo y la aguja… si no también se deben seguir las puntadas con las que se debe continuar ese recorrido personal.
Concretamente, pensaba que la edad hacia la coherencia en el actuar… pero con extrañeza (nuevamente) me doy cuenta que no es así. Paradojas disfrazadas de ilusiones se posan en los discursos predeterminados y en el momento del desenlace… ¡plop! (una coda igual de incoherente)
El traslado del pasado bajo esquemas presentes hacen que la disparidad se asome en la incertidumbre creando nuevos ordenes en las estructuras logradas por ello es que “pa’ tras ni pa’ coger impulso”; por ello, estoy ante esta pantalla testificando que no pretendo ser la marioneta de encuentros pasados…
...Y, si el río quiere volver a su cauce de un buen aguacero se debe ayudar.
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