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Usurpando un poco los saberes “mitológicos” o quizá “cotidianos” que poseo acerca de esos dos personajes que encarnan la quintaesencia de la humanidad (héroe-villano), me veo envuelto en la curiosidad de desenmarañar las habilidades o personalidades que se esconden tras la pantalla y que poco a poco me convoca a seguir las inesperadas líneas del guión de la vida.

Después de varios años de sobre existencia en este mundo digital nunca había tenido la fortuna de tener un encuentro de tipo épico; y, eso necesariamente es lo que convoca el inicio de esta historia: tramas un poco más cercanas a la realidad que no tenían nada que ver con cuentos o anticuentos de hadas con príncipes azules imaginarios, frígidos, tinturados, o lo peor desteñidos al primer uso; hicieron que me interesara en escudriñar levemente sus pasiones vitales a través de unas cuantas líneas en la red.

Primeras líneas –acerca del acercamiento kinetico-lingüístico-

El ingreso al mundo de la escritura virtual supone muchos retos, entre ellos la escogencia de una identidad que se quiere proyectar mediante: un seudónimo o hipocorístico más cercano al “yo” real, una imagen que enuncie múltiples facetas de la vida cotidiana, -y ante todo- un  gran espíritu voyerista que permita tener fluidez en los rizomas afectivos que se gestan en lo perceptivo.

Desmandado por el morbo que genera ver a través de la ventana de los múltiples instintos de la humanidad; me tropezaba -una y otra vez más- con los fragmentos escuetos que narraban características imposibles, utopías alcanzables y ciertos sinsabores pasajeros que se refugiaban en tretas consensuadas en la intimidad… Huyendo de esas posibilidades fácilmente accesibles, me di a la tarea de conservar mí espíritu un poco conservador y andar tímidamente por “calle perfil”  para encontrarme con aquella “quintaesencia” que complementaría el trance por las sendas de “Ciudad real”.

Paso a paso; se revistieron las calles de colores, grafías y poesías llamando poderosamente mi atención… a tal punto, que en determinado momento sentí la necesidad de tocar alguna de esas puertas solicitando el ingreso a aquellas moradas… pero infructuosamente no lo hice. Tal vez, la  falta de experticia o la excesiva cobardía no dejaba en mí dar el primer paso.

Reflexivamente, cada vez que intentaba aquel toque: -Me arrepentía…  memorando aquel sentimiento de infancia maldadoso al jugar “tintín corre corre”.

Pero el día había llegado, mis ojos tropezaron con su imagen y se interesaron el discurso de las pocas palabras haciendo que desesperadamente “guiñara” por la ventana y dijera complicadamente: “algo me llamó la atención y aquí estoy”.

Casi instantáneamente –para mi sorpresa- recibí la respuesta al acto kinésico emprendido cuyo resultado fue una avalancha que lentamente se alimentaba de espacios, letras y párrafos.

Segundas líneas –del accidente gramatical a la sorpresa incidental-

Tras el accidente gramatical que deja la avalancha de palabras no tenía otra solución que levantarme y tratar de confrontar la situación cara a cara. Entre tanto, en esta oportunidad no sería yo quien hiciera abiertamente este tipo de solicitud, teniendo como precedente que ya había originado el “Big bang” de esta situación y que no debía capitalizar la atención de la historia.

Refugiándome en el anonimato, recibí la propuesta de aquel personaje para apreciarle en otros contextos más allá de los hasta ahora conocidos en “calle perfil”… -sigilosamente, ¡acepte!-.

Tras unos minutos de retraso y varias llamadas, comenzaría en mi la reflexión que lleva por título este post: ¿Héroe o villano?

Terceras líneas –esbozando los personajes-

Errantes por alguno de los caminos de la ciudad, nos encontramos en un acogedor lugar con luz tenue y sonidos de tiempos itinerantes… retazos de vida que se mezclan en el fermento de la cebada hacen que minuto a minuto se esfumaran las barreras proximales y se creara un ambiente propicio para acceder a la intimidad del relato.

Instantes monocromáticos permitieron el acceso a una lectura lúdica de su cuerpo; secretos descubiertos en los rincones de las siluetas dibujadas en sombras esbozaron algo más que un reproche y un beso robado al sonar de transeúntes ebrios... Entes cargados de cordialidad a la salida del sol dejaban ver visos de lo que probablemente sería un buen recuerdo conjunto.


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